lunes, 2 de abril de 2012

¡Qué bien vivís los maestros!...one more time...uff.

Ante la inminente llegada de las vacaciones de Pascua, a la retahíla de reproches que tenemos que soportar los maestros sólo por serlo ("no os quejéis que cobráis fijo todos los meses..., venga, si a las cinco de la tarde ya habéis acabado", etc.) debemos sumar la de "¡Ale, de vacaciones! ¡Qué bien vivís los maestros!". Y yo no suelo replicar nada, el callo está bastante curtido ya, pero en los tiempos que corren me toca especialmente las narices. Parece que se ha puesto de moda el joder (con perdón) al vecino sólo porque uno está requetejodido (perdón al cuadrado). En este caso el vecino a machacar es el funcionario, y de forma personal, al maestro.
Últimamente mucha gente me ha lanzado comentarios que me han hecho sentir como la heredera de los Hilton, la hija de Onassis o la mismísima Duquesa de Alba (eso sí, más joven, ejem). Sólo porque estudié en su día, saqué una oposición y tengo un sueldo normal todos los meses. ¡Pues no! ¡Es usted culpable por tener un buen trabajo! ¿Perdón? ¿Buen trabajo? Depende. Porque ahora quieren que trabajemos más, con más niños, con menos medios y con el sueldo recortado. Y encima sin quejarnos, ¡cómo nos atrevemos, con la que está cayendo! Sólo digo que ninguna de las medidas que hasta ahora se han tomado en Educación  ha repercutido en la mejora de la calidad de la enseñanza. ¿Mejora la educación el volver al pasado y meter en un aula a 30 niños por las tardes durante el mes de junio y septiembre? Si es así, ¿por qué no lo han hecho antes? ¿No es más una manera de decirnos "no os quejéis, podría ser peor"? Todo el mundo tiene derecho al pataleo, no sólo los que están en el paro (y en mi familia ha habido unos cuantos en esta situación), y no sólo los que tengan un sueldo mísero (en mi familia ha habido, y hay, unos cuantos así), sino toda persona que crea vulnerados sus derechos adquiridos o sienta que se le está vapuleando públicamente sin ningún sentido y sin ningún objetivo, sólo por desviar la atención hacia alguien que eligió en su día su profesión por vocación y ahora siente que entre todos pretenden que la vocación coja la maleta y se marche a otro lado. Así que, estudiante de magisterio, ¡piénsatelo dos veces! Quizá dentro de un tiempo leamos en algún sitio: Maestros, especie en extinción.
Siento sonar agorera, pero hoy me siento así.
Por cierto, ¡felices vacaciones a todos! Ah, ¡a los maestros, también!


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