jueves, 8 de marzo de 2012

El objetivo: XVI Triatlón de Sevilla.

Tras consultar el calendario de pruebas de triatlón que se celebran por toda España, al final me he decidido por debutar en el Triatlón de Sevilla, el 19 de mayo (nervios en la barriga). Como soy novata oficial, me he decantado por la categoría Sprint: 750 metros de nado, 20 kilómetros de bici y 5 kilómetros de carrera a pie. Se trata de una prueba rápida y no muy sufrida (más nervios), para no empezar en este mundillo con angustia o pensando que es algo imposible. Ha sido inscribirme y asaltarme multitud de dudas, de las más importantes a las más mundanas:
. Acostumbrada a nadar en la piscina, con agua transparente, solita por la calle, sabiendo que es todo recto..., ¿podré hundir la cabeza en aguas turbulentas, con gente alrededor braceando y chapoteando, y no perderme y acabar nadando hacia la desembocadura del Guadalquivir?
. ¿Se puede ir en bicicleta con el maillot todo mojado después de nadar? ¿Eso no escuece?
. ¿Podrá mi cuerpo correr después del tute en el agua y en la bici? Aunque sólo sean 5 kilómetros...¿mis piernas podrán resistirlo?
Lo que sé seguro es que sentiré un subidón impresionante cuando tenga que lanzarme a nadar (los nervios se apoderan de mí, ¡ay!) y sobretodo al cruzar la línea de meta (si es que lo logro) constatando que soy capaz de conseguir lo que me propongo. Y encima  bien acompañada en esta mi primera experiencia en el mundo "friki" de los tri.
Para alcanzar mi objetivo tengo claro que debo seguir entrenando cada vez más y sobre todo ponerme fuerte porque este año los catarros se están cebando en mí y no puede ser. Me hace gracia lo que me quejo cuando tengo que entrenar (señores, una es quejica y como encima es gratis el quejarse, ¡ea!), y lo que lo echo de menos cuando no puedo hacerlo, como hoy. También me alegra comprobar que hay una evolución: en verano nadar 100 metros seguidos era para mí algo bestial..., ahora lo pienso y me río de mí misma, ¡me quejaba sólo de 100 metros! Algo parecido me pasa con el correr, me agobiaba hacerlo más de 20 minutos seguidos, y ahora ¡hago calentamientos de 20 minutos! En lo que más tengo que mejorar es en la bici. Si sale el sol y sopla un pelín de aire, Ana se pone verde y se transforma en Hulk, coge la bici y la lanza a la cuneta sin compasión... He de mejorar mi aguante cuando voy sobre dos ruedas.
Pues lo dicho, queda establecido el objetivo. Ahora a currárselo, a intentar compaginar entrenamientos con trabajo, amigos, familia y a disfrutar con ello (¡qué nervios, qué nervios!).
 "Impossible is nothing, ¡Vamos!"

viernes, 2 de marzo de 2012

El minimalismo.

A la hora de decorar tu casa existen un sin fin de estilos en los que inspirarse: el neoclásico (casas simétricas, con fuentes en el jardín, alguna que otra columna...), el rústico (casas a las que Pinocho no osaría entrar, todas llenas de maderas nobles, con vigas por todo el techo, paredes de piedra...), el minimalista (casas con eco, sin estampados ni estridencias, paraísos para las señoras de la limpieza...), el moderno (casas en las que te sientas en cosas raras e incómodas pero que han costado un pastón, y en las que es difícil saber cómo apagar las luces...), el zen (casas sacadas del estilo japonés aunque no tienes ni puñetera idea de cómo es Japón ni su cultura, eso sí, quedan muy monas...), etc.
En mi caso si tuviera que definir el estilo que he seguido para la decoración de mi hogar no tendría ninguna duda: minimalista al 100%. Lo malo es que no lo he elegido, venía impuesto. Para que os hagáis una idea, el mote cariñoso con el que llamo a mi casa es "el zulo". Y el estilo es minimalista porque todo lo que entra en esta casa ha de ser de tamaño mínimo.
El vivir dos personas en un pisito de casi 40 metros cuadrados tiene sus ventajas y sus inconvenientes. Comenzaré por lo malo:
. Si te enfadas con tu pareja no puedes soltar eso de "¡me voy a la otra habitación!". En una casa de una sola habitación, ¡es imposible!
. Cuando invitas a amigos a cenar debes hacerlo por turnos: quedas con unos a las nueve y media de la noche y con otros a las once, igualito que en algunos restaurantes.
. Si el ruido te molesta imagínate lo que puede suceder al unir en un mismo espacio el sonido de la televisión, el del extractor de la cocina y el de la lavadora centrifugando, ya que salón, cocina y lavadero es todo uno.
. No puedes tener expuesta ninguna de las atractivas colecciones que compraste a finales del verano: "Abanicos artesanales", "Soldados del mundo", "Juegos de té de la Dinastía Ming", etc.

Pero vivir en un "guá" también tiene cosas buenas:
. Si te enfadas con tu pareja las reconciliaciones son muy rápidas...como no te puedes ir a otra habitación...
. Se ahorra una barbaridad. Cuando salimos de compras casi siempre volvemos a casa con las manos vacías:
_ Me gustaría comprar un banco de abdominales.
_ No cabe en casa.
_ ¡Qué cuadro más bonito!
_ No cabe en casa.
_ ¿Compramos una freidora?
_ No cabe.
_ ¡Oh, siempre he querido tener la colección de "Érase una vez la vida"!
_ ¡Que no cabe!
. El día que toca limpiar "el zulo" no es un día, son cuarenta y cinco minutos.
. Si usas el horno y luego lo dejas abierto ya tienes calefacción central.
. Te conviertes en un experto en "Tetris", tan acostumbrado acabas de colocar y recolocar cosas hasta que todo queda perfectamente encajado.
. El tenerlo todo a mano aquí es una realidad. Ahora mismo estoy escribiendo, sacando la ropa de la lavadora, cogiendo un refresco de la nevera y mirando por la ventana a la gente pasar.

Si os dais cuenta, casi hay más ventajas que desventajas. Yo, al menos, puedo decir que en estos pocos metros he sido muy feliz (y lo sigo siendo), y que el día que tenga que abandonarlo por causa mayor, me va a dar mucha penita dejar de ser minimalista...¡ahora que ya dominaba este estilo a la perfección!