jueves, 19 de julio de 2012

Somos el pueblo. Somos más.

Tenía pensado escribir la mini crónica habitual de las dos últimas competiciones en las que he tomado parte, pero una se sienta ante el ordenador a escribir y en la cabeza se repite una y otra vez la pregunta “pero ¿cómo hemos llegado hasta aquí?”. Y cuando hoy el ministro Montoro ha dicho “no hay dinero en las arcas para pagar los servicios públicos” el nivel de vergüenza, de desasosiego, de rabia, de sentirse estafada ha superado en puntos a nuestra querida y ahora tan de moda prima de riesgo. Pero, ¿qué hacer con este tremendo enfado? ¿Qué se puede hacer? ¿Quién soy yo para mover ficha?
Yo soy hija de un señor que lleva más de dos años con una enfermedad crónica diagnosticada terrible al que la Junta Médica Evaluadora le concede el grado de discapacidad I (equivalente a ser un anciano que necesita bastón) y así no tener que desembolsar ningún euro de más.
Yo soy hija de una señora desesperada que ha visto cómo en dos años ha pasado de tener un marido autosuficiente a tener que estar 24 horas a su lado, tener que pelear con mil y una administraciones para conseguir alguna ayuda como la de la ley de dependencia que no llega todavía y que aún antes de obtenerla se recorta en un 15%, y que ha experimentado una reducción de horas en su trabajo sin comerlo ni beberlo.

Yo soy hermana de una joven de casi 30 años que paga una hipoteca eterna religiosamente con su trabajo y que casi estuvo a punto de no pagarla porque su jefe no le abonaba su sueldo y encima le pedía que le entendiera por no hacerlo porque “todos lo estamos pasando mal”…
Yo soy una funcionaria más que ha visto cómo se han cargado las tintas contra mi gremio de una manera frenética simplemente porque ha habido una gestión deplorable y ahora toca solucionarlo de una forma rápida y drástica, que ve cómo en su aula va a tener que hacer encaje de bolillos para atender a 30 alumnos, que  tiene que consentir que además se pitorreen de ello diciendo que así los niños se socializan mejor, que tiene que pedir perdón por tener trabajo estable (pero no seguro visto lo visto con los interinos y los desplazados), que no puede quejarse en voz alta porque otros están peor, que pasa vergüenza cuando ve que su colegio debe dinero a proveedores porque Conselleria no paga…

Ahora está en nuestra mano demostrar que no nos da igual todo, que no somos un país de gente indiferente que no reacciona ante nada. No podemos quedarnos de brazos cruzados. Estamos hasta el cuello. TODOS. Nos recortan el salario, encontrar trabajo es una odisea si no una utopía, nos suben la luz, nos suben el IVA. Te dan ganas de llorar cuando caminas por la calle y lo que más leen tus ojos es “Se traspasa”, “Se alquila” en los locales comerciales. Hablas con la gente y cada historia que escuchas es peor que la anterior: gente embargada, sin casa, sin trabajo, sin ingresos…sin esperanza. Y lo que no debemos hacer es dejar que esta desidia nos termine conquistando y dar a entender así que nos pueden dar mil tortazos porque siempre pondremos la otra mejilla. Eso que lo haga Jesús, nosotros tenemos que reaccionar YA. Sabemos que hay que hacer ajustes, que hay que acabar con los derroches y con el vivir la vida por encima de nuestras posibilidades pero estoy segura de que existen muchos otros sitios donde meter el tijeretazo. Este gobierno (y me da igual el color) ha decidido. Y su decisión demuestra su escala de prioridades: salvar a la banca, cumplir con Bruselas, asfixiar al ciudadano. Que nuestro presidente dijera “no nos queda otra” fue para mí la frase que refleja cuán títeres somos de los que manejan el cotarro. ¿Qué sistema hemos creado que es más importante una entidad financiera o una moneda que una persona de a pie? Sí, ya sé, la banca necesita estar estable para que todo vaya bien. Ya lo estuvo y nada fue bien. Y si es así, este sistema ya no nos vale.

Yo no soy economista, ni ministra de nada, ni experta en cuestiones políticas… Yo no soy roja, ni azul, ni de derechas, ni de izquierdas. Yo no soy conocedora de la solución a todo esto.
 Yo soy una más que esta tarde a las ocho irá a Alicante a expresar mi malestar, mi enfado y mi total oposición a que los platos rotos los paguemos los de siempre. El cuerpo tiene un aguante y el mío hace tiempo que dijo “hasta aquí”.

Y tú, ¿vas a seguir mirándonos por la tele en el informativo de la noche o te vas a unir y ser noticia? No pienses que no puedes hacer nada. Somos el pueblo, sí, y somos más.