miércoles, 23 de mayo de 2012

Una experiencia más a la saca.

Después de cinco meses entrenando, yendo a correr cuando hacía frío, cuando hacía calor, cogiendo la bici cuando hacía viento, cuando hacía calor (¡es que ha hecho un calor, oiga!), yendo a nadar cuando lo que más me apetecía era quedarme en casita, el objetivo perseguido ha sido alcanzado. El 19 de mayo completé el Triatlón Sprint de Sevilla. Sé que comparado con Josef Ajram esto no es "ná", pero para mí sí que lo ha sido. Espero que los que leáis esto entendáis que cualquier reto, por pequeñito que sea, se convierte en un gran acontecimiento para uno mismo cuando se logra. Voy a intentar hacer aquí una mini crónica de mi experiencia en tierras hispalenses, junto a mi "entrenador".
. El hotel:
    Nos hospedamos en la Residencia de Deportistas La Cartuja, y creo que fue un acierto. Primero porque está tirada de precio y además porque estaba en el meollo del triatlón. Al estar alojados allí pudimos movernos por zonas en las que sólo lo podía hacer la organización. Es por esta razón por la que creo que soy la única que tendrá fotos saliendo del agua, ya que esta zona estaba acotada, ¡jeje!
     Los nervios empezaron a aflorar después de ver el acuatlón para niños, en cuanto vi el río con su poderío. Para calmarlos un poco la mejor solución fue entrenar en la habitación un rato...

...bueno, también podría decir que era hacer la payasa básicamente, jeje.
. La natación:
     Esta era la sección que más respeto me daba, porque aunque la he entrenado bien no tenía nada que ver hacerlo en una piscina de aguas transparentes, por un calle perfectamente señalada, sin nadie alrededor, a hacerlo en un río, con 300 y pico locos y locas más. Cuando llegó la hora de entrar en la cámara de llamada los nervios se transformaron en auténtico pavor. En esta foto se puede apreciar perfectamente.


Bueno, también se puede apreciar perfectamente cómo busco una posible salida de emergencia, ¡glups! He de confesar que me tranquilizó bastante escuchar la conversación entre dos tiarrones que estaban a mi lado:
_ Si lo llego a saber no me tiro al agua para calentar...¡pues no he perdido ya el chip!
_¡Qué malo es ser novato! Como me canse me pongo a nadar de espaldas...
No es por ser mala, pero ver a otros peor que tú te sube el ánimo...¡de buen rollo!
Tengo que decir que me gustó mucho que el "speaker" del evento se refiriera a los de mi Ola (la 5, sí, ya me sé la rima) como los super populares que entrenaban después de trabajar y que encima pagaban para sufrir. Empezamos a aplaudir y los nervios ya me brotaban por los poros.


¡Y llegó la hora! Se abrió la puerta de los "toriles" y salimos en estampida. Me sorprendí a mí misma adelantando gente. Pero, ¿tantas ganas tenía de morir ahogada? Una vez en el pantalán me acordé de mi santa madre y de sus dos horas obligatorias de digestión antes de bañarnos en el mar cuando éramos pequeños, ¡fíjate tú!, y decidí remojarme un poco las muñecas y la nuca antes de la batalla. Tanto se movía el pantalán por la gente y tan nerviosa iba, que al agacharme cual abuela prudente para remojarme, perdí el equilibrio y no tuve más remedio que saltar de golpe. En ese momento mi madre dio un respingo en Elche: "oh, no, ¡le va a dar un corte de digestión a mi hija!". Lo bueno es que lo disimulé muy bien, porque desde la orilla mi "entrenador", que me vigilaba con el teleobjetivo, pensaba que me tiraba de las primeras y sin pensármelo porque era una valiente. ¡Jajaja!
Como "crispis" en un tazón de desayuno multitud de cabecitas coloradas nos apiñamos en el río esperando a que dieran la salida. Y de repente: "tres, dos, uno...¡go!".


    En las revistas te advierten de que es una merienda de negros (que no se ofendan los negros, ni las meriendas). De que te pegan, te empujan, te quitan las gafas, te dan patadas. Y es cierto. Los primeros veinte segundos los dediqué a imponerme, a apartar a la gente que se me echaba encima...¡madre mía! Hasta que encuentras tu carril, tu camino, ahí no se puede nadar, o nadas dándole leches "sin querer" a todo ser viviente. Eso sí, una es muy educada y a cada torta, empujón o sobamiento de culo le seguía un "lo siento". Era difícil ver la boya y entonces te alegras de haber entrenado lo de sacar la cabeza para orientarte porque si no es imposible. Y en el viraje otra vez a pelearte porque todos nos juntamos en el giro. La recta de vuelta fue mejor. Encontré un huequito entre una chica y un hombre y a mover los brazos sin parar. El momento de sacar la cabeza y ver que ya está ahí la rampa de salida no tiene precio. Piensas "he conseguido salir de aquí", y te sientes Ironwoman, jeje.




 . La bici:
     Corriendo, corriendo fui a por mi jamelga. Los nervios ya se habían ido y me puse el dorsal, las zapas, el casco...todo correctamente, y salí a comerme las calles de Sevilla. El recorrido estuvo bien, suelo sufrir más en los entrenamientos, porque casi siempre me como un viento que para qué. Aunque rodé bien, me adelantaron muchos chicos que iban a toda mecha. Bueno, para haber cogido la bici unas diez veces no iba mal. Vi mucha gente que pinchaba. Yo tuve la suerte de que mi jamelguita se portó de lujo. Una retirada por pinchazo me hubiera dolido más que caerme. Me chocó ir por una zona en la que estaban todos los jovenzuelos de Sevilla de botellón, con las bolsas del super. Ni reparaban en que pasaban ciclistas por allí. Efectos del alcohol, supongo.


. La carrera:
      Cuando me quise dar cuenta ya me estaba calzando las zapatillas para correr. El circuito era por el parque del Alamillo, y los primeros metros parecía que estuviera en pleno campo porque estaba todo sin urbanizar. Y después ya fuimos por una zona llena de gente haciendo picnics y paseando. Como era de esperar, a los dos minutos de ir corriendo mis gemelos engordaron diez kilos y corrí muy lenta. No me motivaba y pensaba que después de haber nadado y rodado no podía fastidiarla en la carrera.


 Pero, milagros de la vida, en ese instante me adelantó una chica y decidí "usarla". Me pegué a ella cual calcomanía. Me vino muy bien, la verdad, porque corrí un poco más deprisa sólo para que no se me escapara. La chica no hacía más que mirarme por encima del hombro, pero no es ilegal, ¿no?, y permanecí haciendo de Kevin Costner (supongo que ella se sentiría como la Whitney Houston, jeje). Cuando ya vi que quedaba poco más de un kilómetro para meta, ataqué, la rebasé y por fin enfilé el pasillo enmoquetado de rojo que te lleva a meta. ¡Había gente aplaudiéndome! ¡A mí! ¡Qué sensación tan buena! Y los niños sacan las manitas para ver si les chocas, ¡qué chulo! Cuando llegué a meta tenía un subidón del quince, y aunque se sufre, la verdad es que es un sufrimiento placentero (no sé si eso existe).


Tan buena ha sido la sensación que hoy mismo me apunto al SerTri de Cartagena, al triatlón de la mujer. La distancia es más corta, pero he decidido coger experiencia y cuando ya esté más o menos "curtidilla", lanzarme a por un olímpico. Lo importante es que disfruté de un día de deporte. Que lo entrenado dio sus frutos. Que ponerse retos y cumplirlos es genial. Y que ver que eres capaz de hacer lo que te propongas es una de las experiencias que te llevas a la saca, saca que es lo único que vale cuando nos vayamos de este mundo.
P.D.: aunque cuando una es novata la clasificación no importa, ¡me quedé 10ª de mi categoría! Jejeje.
P.D. II: mi tiempo fue de 1h 27', mi "entrenador" que me tiene en alta estima había calculado un tiempo de diez minutos menos, pero el bajón al correr me pudo. Eso sí, me debe una cena porque acerté mi posición...
P.D. III: desde aquí quiero que conste en acta que el que me va a pagar la cena (Jacinto) ha tenido más paciencia que un santo, ha tenido que aguantar mis quejas, mis gruñidos, mis "no puedo, no puedo" cual Chiquito esquizofrénico, mi vaguería para ir a los entrenos, etc, etc. Y a pesar de ello siempre ha estado ahí animándome y diciéndome que puedo hacer lo que quiera en esta vida. ¡Te quiero, sanor!